martes, 28 de enero de 2014

Descubro ese miedo...

Y descubro el miedo de hablar y perder aquello que quiero. Siento que vivo rodeada de espadas a las que le he sacado brillo y de las que conozco su filo mortal. Me siento en una piscina llena de cazadores donde soy la única presa. Estoy pensando gritos de auxilio mientras en el silencio de mi habitación me recuerdo que callar es la única solución. Solicito ayuda para aceptar algo que yo sé, algo que por muy natural que en el mundo sea, para mi no, no logro captarlo porque atenta directo a un corazón cansado de sufrir que solo busca por fin latir con normalidad. Un corazón al que no le prohíban alocarse con una persona especial, deseando sentir ese algo de adrenalina que llena tu cuerpo y te deja con la sensación de ser invencible e inmortal. Pienso entre estas cuatro paredes que dibujan mis miedos y sigo callando lo que siento, lo que pienso, lo que soy. Solo por ese miedo que me infundieron. Por ese miedo que construí y volví invencible. 

Corazón roto...



Como todo lo que hace el ser humano es con intención de obtener algo. Una frase, con un deseo tras ella, y según la forma de expresarla es un desesperado y sufrido deseo. Detrás de un "No quiero irme" están impresos miles sentimientos, a flor de piel. Golpeados fuertemente por la indiferencia de quien los provoca. Agotados de una guerra sin tregua, desesperados por un final que parece nunca llegar. A pesar de todo luchan hasta acabar sus fuerzas con la esperanza de poder derrumbar los grandes y fuertes muros que reguardan su contribución, su premio, su anhelada correspondencia.

jueves, 16 de enero de 2014

Valiente...



Te empiezo a ver como un cerro de palabras sin acción ni reacción, te veo criticar a los que caen constantemente y preguntarte - ¿Por qué lo hacen? - Mientras yo me pregunto secretamente - ¿Qué tú no eres igual? -

A veces quisiera verte gritar lo que sientes sin tener que reprimirte para siempre, eres la reina de la belleza llena de coágulos de mentiras y nidos de contenciones.

viernes, 10 de enero de 2014

Crónicas de un deseo 6



Mis ojos no perdieron ni un segundo de tu sonrisa, mi cuerpo respondió como de costumbre y si tus palabras estaban listas para ser disparadas y evitar un contacto; ya era demasiado tarde, mis labios estaban sobre los tuyos.

¿Qué motivaba tanto deseo? Supongo que el amor siempre ha sido el combustible de tal desborde de locura, y por primera vez no sentía ni la culpa ni el arrepentimiento que me deprimía en mi habitación por días, esta vez podía disfrutar de cada segundo sin luego sentirme inhumano.

martes, 7 de enero de 2014

Ellos nos verán



Ellos nos verán y dirían que está mal,
Ellos nos verán y dirán que no durara,
Ellos verán y por hipocresía sonreirán,
A nuestras espaldas sus palabras afiladas,
Nos apuñalan con cortas frases y larga historias,
Se burlaran de nuestras aventuras,
Se escandalizaran con nuestras locuras,