viernes, 10 de enero de 2014

Crónicas de un deseo 6



Mis ojos no perdieron ni un segundo de tu sonrisa, mi cuerpo respondió como de costumbre y si tus palabras estaban listas para ser disparadas y evitar un contacto; ya era demasiado tarde, mis labios estaban sobre los tuyos.

¿Qué motivaba tanto deseo? Supongo que el amor siempre ha sido el combustible de tal desborde de locura, y por primera vez no sentía ni la culpa ni el arrepentimiento que me deprimía en mi habitación por días, esta vez podía disfrutar de cada segundo sin luego sentirme inhumano.


Mis ojos tenían la seria intención de descifrar tu mirada, tu tímida e inquietante mirada, supongo que no dejaba de ser solo una tímida mirada, con unos pensamientos nerviosos, por lo que tome tu cintura esperando que cambiaras a un estado de curiosidad, mi cuerpo respondió como de costumbre, y si tus manos estaban listas para detenerme y evitar un contacto; ya era demasiado tarde, mi cuerpo estaba sobre el tuyo.

Mis incesantes manos recorrían tu cuerpo como si de alguien que apenas ha descubierto el sentido del tacto se tratase, jamás olvidare tu piel tan seductora ni las curvas que tomaban mis manos al recorrerte entera.

Pretendía besarte, tocarte, acariciarte y hacerte mía en un glorioso momento, quería dejarte ansiando otros encuentros con el hombre que supo amarte como nadie y esperarte llegar con dulzura a mí de nuevo, no sé si esperaba demasiado, pero todas mis acciones apuntaban a ti.

Y era duro verte partir, porque no sabía si volverías a mí, pero era hermoso cuando mi única preocupación era recordarte apropiadamente, sobre mi almohada, mirándome, con esa sonrisa sutil que me decía que todo estaba bien.

No tenía todas las respuestas, pero estando ahí contigo… Estaba muy seguro de todo, de que te amaba y que nada podría ser un desperdicio entre tú y yo.

¡Oh cariño! Si tan solo hubieras sido un poco más valiente la palabra “limite” se hubiera extinguido de tu vocabulario.

Hoy no me torturo con preguntas, y el recuerdo queda para darme una sonrisa diaria.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario